Teatro Pradillo- Festival Teatralia, 29 de Abril de 2018

Ir a ver a la compañía “Giocco Vita” fue una experiencia inolvidable, cercana a mis recuerdos añejos y lúcidos.

No os mentiré. No me entusiasma mucho la idea de asistir a espectáculos en los cuales leo que los programas de mano se empeñan en delimitar el rango de edad de los asistentes. Y aquí ponía caramente “A partir de 3 años”. Una “recomendación”. Pamplinas. El teatro es libre y las mentes no. Así es que fui al teatro preso de la curiosidad. A la imperecedera Sala Pradillo, todo un ícono en la escena madrileña. Bastión de titiriteros y amantes de lo paranormal.


Foto de Serena-Groppelli.

En esta obra yo estaba al lado de un transgresor que se metió por ahí las recomendaciones  y rompiendo con todas las reglas establecidas asistió a la sala; era un niño que con suerte alcanzaba los dos años. Y el niño disfrutó como mono en el paraíso de la banana.

Es que no es para menos. “El Cielo de los osos”, basada en la obra de Dolf Verroen y Wolf Erlbruch, es en mi humilde opinión, uno de los espectáculos más maravillosos que he visto en el último tiempo. No exagero, y  aunque me suelen decir que tengo un “dudoso buen gusto”, les aviso a los programadores (Sí, a esos mismos que dictan la edad de los asistentes) que no pueden perderse este trabajo. Y olvidaros de la edad por favor.

Foto de Serena-Groppelli.

Son sombras, son pantallas blancas, son cuadros, son títeres, son dos extraordinarios intérpretes, con una formación corporal y una delicadeza fuera de toda normalidad.  Sonríen y disfrutan la obra casi más que nosotros y nos llevan de la mano a vivir en burbuja en medio de la urbe.


Foto de Serena-Groppelli.

Es una obra llena de sensibilidad, una oda la dramaturgia, y un ejemplo de concreción y síntesis para contar las cosas sin que pasen demasiado rápido, ni que se ahoguen en un mar de lentitud. La mezcla de sombras y música, acompaña a la perfección el texto que en un español casi perfecto es recitado por los dos actores de esta compañía italiana. Sus movimientos (Sobre todo el del oso escapando de la escena) estudiados y puestos en el lugar justo, te hacen olvidarte de donde estás. Parece una película de dibujos animados. De los buenos, de los antiguos, de los que crearon escuela. Y toda una escuela para los profesionales del teatro de sombra y de títeres es esta obra adaptada y dirigida por el gran Fabrizio Montecchi.


Foto de Serena-Groppelli.

Vamos al lío.

Amo cuando se ve el truco y te olvidas del truco. La magia está ahí, en que somos partícipes de los títeres, la escenografía, sus mecanismos y su manipulación. Su posición, y los cambios de escenografía, de tiempo, de espacio y se genera esa hermosa duplicidad entre el mago que manipula y la sombra proyectada en la gran pantalla.

En “El cielo de los osos” nos encontramos con la vida misma y sus dificultades. Son dos cuentos en el que Los protagonistas son osos en busca de un sueño o un deseo. En la primera pieza el oso ya adulto quiere tener un cachorro oso e inicia un viaje en búsqueda del modo de conseguirlo. No tiene idea como hacerlo. ¿Ignorancia o inocencia? Respóndelo tú cuando vayas a ver esta obra. El deseo lo mueve, lo lleva a investigar, y a encontrarse a personajes curiosísimos. Momento hilarante cuando el oso se encuentra con la cigüeña  y esta, hasta los mismísimos de una falsa reputación, le espeta que ella no tiene nada que ver con esa leyenda urbana , profana y campestre que la precede.  Finalmente el oso encuentra a su osa, o al revés. Una sorpresa. Un momento encantador y un final que no pienso develar.

Foto de Serena-Groppelli.

En el segundo acto, la pantalla gigante se divide y cobra profundidad, se mueve, y es un títere más dentro del espectáculo. El protagonista es un oso pequeño, que tras la muerte de su abuelo decide ir al Cielo en su búsqueda. Vamos, que quiere que lo maten. Una eutanasia encubierta. Y así se escapa de casa en un periplo que lo lleva a través de los bosques solicitando a los animales que se encuentra que lo engullan. El gran momento a mi entender, es cuando un tigre, animal sediento de sangre,  se rinde ante la valentía del osezno y expresa su admiración hacia él. Vamos, que el chico tiene “huevos”.  Como es habitual, no contaré el final.  Bueno, un poco. Había mucha gente, (Y eso que era puente) y os contaré que hubo aplausos y muchos, sobre todo de los niños menores de tres años; eso que no deberían haber ido al teatro porque en el programa la  “recomendación” ponía claramente “a partir de 3 años”.

Muchas gracias Teatro Gioco Vita.

 

Ficha Artística

– País: Italia
Idioma: español
Género: teatro de sombras
Edad recomendada: a partir de 3 años
Duración aproximada: 45 min

– AUTORÍA: basado en la obra de DOLF VERROEN Y WOLF ERLBRUCH
– ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: Fabrizio Montecchi
– COREOGRAFÍA: Valerio Longo
– INTÉRPRETES: Deniz Azhar Azari y Andrea Coppone
– ESCENOGRAFÍA: Fabrizio Montecchi
– VESTUARIO: Tania Fedeli
– ATREZO: Nicoletta Garioni y Federica Ferrari (basado en las ilustraciones de Wolf Erlbruch)
– MÚSICA: Alessandro Nidi
– ILUMINACIÓN: Anna Adorno

David Zuazola