Es importante destacar esta exposición que se presenta hasta el 5 de marzo de 2017 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, sobre la relación de Fernando Pessoa y la ciudad de Lisboa. Y lo es no sólo por la figura del extraordinario poeta, sino porque el enfoque que los comisarios han planteado, centrado en una recreación fílmica de la relación entre ciudad, palabra y biografía, no ha dudado en utilizar el mundo de las marionetas como una metáfora explícita de la ‘multiplicación interior’ del poeta, bien conocida como su heteronimia.

Alberto Ruiz de Samaniego y José Manuel Mouriño, las dos personas que firman como comisarios del proyecto, se han atrevido a entrar en el laberinto de la obra de Pessoa con un resultado realmente sabio y exquisito, a través de una selección y un tratamiento de las imágenes tomadas que se sustentan en los diferentes lugares de la ciudad donde Pessoa nació, habitó, trabajó y murió. Así han confeccionado el documental que es la columna vertebral de su trabajo, con un montaje que además de las tomas de la ciudad en sus distintas ubicaciones, han incorporado las tomadas en el Museu da Marioneta de Lisboa (ver aquí), buscando imágenes muy bien seleccionadas de figuras que se superponen a los paisajes entre ‘interiores y exteriores’ de la ciudad a modo de metáforas visuales de las distintas voces, siempre asociadas a la palabra escrita, que vivían en el poeta. Figuras que explicitan el exotismo o ‘extrañamiento’ de las múltiples voces del poeta, acentuado por el hieratismo casi metafísico propio de las marionetas.

Para ello se sirven de unas máscaras Noh, así como de los dos preciosos robertos de Faustino Duarte, ‘Casal’, dos de las piezas más potentes del Museu. Igualmente aparecen otros títeres, fruto de la fascinación que los dos autores del documental sintieron por los contenidos del Museu da Marioneta, como indican en la charla que ambos dieron sobre la exposición (ver aquí).

Museu da Marioneta de Lisboa
Casal, Robertos de Faustino Duarte. Museu da Marioneta de Lisboa.

El proyecto presenta igualmente un ‘Atlas Pessoa’ a modo de herramienta informática que permite ‘internarse en la obra de Pessoa de un modo genuino, polimórfico, multidireccional, donde cada lector -o explorador- tiene la posibilidad de crear su propio itinerario’ (ver aquí)

Museu da Marioneta de Lisboa
Máscara Noh. Museu da Marioneta de Lisboa.

El documental consigue encontrar el clima justo, gracias a las voces que recitan los textos seleccionados (a cargo de Sofía Ramos, Ana Zugasti y Miguel Copón), a la atmósfera sonora creada por el mismo Miguel Copón, y a las imágenes fílmicas de cámara fija y luces brumosas y matutinas de las calles y fachadas de Lisboa. Un clima de vacío y de ‘interludio’, de estar situados siempre entre dos realidades diferentes, en los intersticios de la percepción, pues sabido es que Pessoa fue un maestro de la mirada doble, en la que los planos de la más absoluta realidad sensible y banal, se combinaban con los planos de realidades subjetivas y soñadas, creando estos espacios de intersección cuya finalidad última era la creación de lo nuevo que surgía de improviso, para sorpresa y alegría del perceptor alquímico.

Como dice en su famoso poema interseccionista ‘Chuva Obliqua’:

….
No sé quién me sueño…
De pronto toda el agua de la mar del puerto es transparente
y veo en el fondo, cual una enorme estampa que allí estuviese desdoblada,
todo este paisaje, hilera de árboles, camino que arde en aquel puerto,
y la sombra de un velero más antiguo que este puerto pasa
entre mi sueño del puerto y mi ver este paisaje,
y llega junto a mí y en mí se adentra
y pasa al otro lado de mi alma…

(fragmento del Poema I de Chuva Obliqua, publicado en la revista Orpheu 2).

Entre los dos paisajes que se cruzan, pasa un ‘velero más antiguo‘, que cruza ‘entre mi sueño del puerto y mi ver este paisaje‘  y que ‘pasa al otro lado de mi alma…’, metáfora clara de una voz nueva, de un sujeto que se independiza de los dos paisajes del poeta.

Chuva Obliqua, escrito justo después del momento glorioso en que escribió de un tirón los primeros poemas de quién sería su Maestro, Alberto Caeiro, ilustra de un modo poético aunque explícito la mecánica oculta del mismo nacimiento del heterónimo, a cargo de la mente lúcida de Fernando Pessoa ‘él mismo’ u ‘ortónimo’.

Fernando Pessoa, por Almaida Negreiros
Fernando Pessoa, pintura de Almada Negreiros (1964).

El documental Pessoa/Lisboa consigue crear nítidamente esta atmósfera de interludio y de ‘alquimia interseccionista’ tan característico del poeta, puesta sobre la ciudad que, como magistralmente nos indica el filósofo y escritor Eduardo Lourenço (ver aquí), Pessoa se inventó al regresar de Sudáfrica y reencontrarse con la Lisboa de su infancia que era otra, forzosamente distinta a la que había conocido de niño, pasada por el tamiz de su educación inglesa, de su juventud en Durbán y de sus viajes en barco bordeando el Océano. Una ciudad íntimamente modificada por la poderosa subjetividad del poeta.

Heterónimos de Fernando Pessoa
Fernando Pessoa y su galaxia de heterónimos, dibujados por Fernando Vicente (ver aquí)

Llegados hasta aquí, podríamos perfectamente preguntarnos: ¿acaso Pessoa, el inventor de los Heterónimos, no fue una especie de gran titiritero de la imaginación que movía los hilos de sus personajes-autores en los que se desdoblaba de modo que todos ellos tenían biografía y personalidad propia? Los hacía actuar en el escenario de su imaginación. Y una vez habían salido y actuado, los introducía en el baúl donde guardaba todos sus textos, como hace el titiritero al guardar sus títeres. Tras morir, los amigos y los estudiosos descubrieron el misterioso baúl, del que extrajeron y siguen extrayendo nuevos “rostros”, nuevas “personalidades”, nuevos autores ocultos.

Arca, Espolio de Fernando Pessoa
Arca con los originales de Fernando Pessoa.

Sus personajes no son máscaras, sino “personas reales”, aunque imaginarias. Así lo explicitó Pessoa en sus teorizaciones sobre los Heterónimos. Tienen personalidad y vida propia. Pasa como con el teatro de marionetas: no son máscaras que ocultan —como sucede con el actor, que se funde con el personaje—, sino que los títeres son personajes reales de madera, independientes del titiritero. Están separadas de su creador, y ocupan un espacio intermedio entre él y los espectadores/lectores.

Robertos, Joao Paulo Cardoso
Robertos, maleta de Joao Paulo Cardoso.

La grandeza de este teatro de la imaginación de Pessoa reside en el hecho de que sus títeres se mueven solos, sin que el titiritero los tenga que manipular, religados al demiurgo creador por sutiles hilos que están y no están, invisibles cordones umbilicales que fueron correctamente cortados cuando nacieron las criaturas pero que guardan siempre la sombra de su atadura original. La gran ventaja del retablo de Pessoa es que, una vez creados y cortados los hilos a los personajes, éstos siguen moviéndose solos y para siempre en el teatro de la imaginación del lector, o bien instalados en este retablo inventado de la ciudad de Lisboa, que Bernardo Soares supo pintar tan bien.

Fernando Pessoa
Fernando Pessoa.

Pessoa murió en 1935 y todavía hoy siguen apareciendo en el baúl nuevos semblantes en las palabras escritas por el gran maestro titiritero. Los editores se encargan después de ponerles los hilos, los guantes y las varillas para que salgan a pasear por el mundo y para que los lectores los puedan manipular a su manera en sus propios retablos de la imaginación.

Un gran acierto, el de los dos comisario de Pessoa/Lisboa, de juntar el universo de las marionetas con el de los heterónimos del poeta.