El Titirijai 2016, el Festival de Títeres de Tolosa, abrió sus puertas con Hariak, un espectáculo de danza y marionetas a cargo de la compañía Ertza, de Euskadi, que maravilló y conquistó al público, entregado a la esforzada labor de los bailarines titiriteros. La representación tuvo lugar en el teatro del TOPIC, lugar donde la compañía ha montado su obra, gracias a la residencia que el Centro de Marionetas de Tolosa ofreció a la compañía para trabajar el espectáculo.

Titirijai 2016

Se trata de una obra que parte de un tema de radical actualidad: la experiencia de tantas personas que han visto, hoy en día, como se rompen los hilos que sostienen sus vidas y se ven obligadas a empezar de nuevo. Se parte, pues, del hilo y de su significación metafórica, lo que permite que actores y marionetas compartan una misma circunstancia: ambos se mueven con hilos, unos reales y los otros metafísicos. Un punto de partida contundente, que cuenta con la dirección de  Asier Zabaleta y que se acompaña de los textos del escritor vasco Harkaitz Cano, que han servido de referencia y que son leídos durante la representación por voces en off.

Titirijai 2016

Cinco bailarines, tres hombres y dos mujeres (aquí están sus nombres: Natalia de Miguel, María Andrés, Thiago Luiz Almeida, Claudio Rojas y Enrique de Souza), con un dominio del cuerpo realmente extraordinario, se han puesto en la piel de ser una marioneta. En realidad, encarnan tanto a la marioneta como al manipulador de ella, cambiándose los roles a lo largo de la obra, jugando ora a ser humanos, ora a ser sus dobles manipulados por ellos mismos o sus compañeros de escenario, que viene a ser lo mismo, pues desde un principio se da a entender que los componentes humanos son indistinguibles entre sí, al formar una masa de la que surgen las individualidades. Lo que diferencia a cada uno es su gestualidad, distinta en cada uno de ellos, pues por algo son bailarines y se expresan con el cuerpo, huyendo así de cualquier psicologismo, de modo que los dramas se expresan en el escenario a través de un lenguaje directo y esencial.

Hariak promo from Ertza on Vimeo.

Dos elementos distancian la acción y permiten la visión crítica del espectador: el texto y el uso de las marionetas. Los que no entendemos el euskera, oímos el primero pero sin comprender su contenido, lo que en definitiva tampoco fue tan malo, pues el tono de las voces era indicador de sus contenidos, como si oyéramos el rumor del pensamiento, lo que creaba una distancia aún mayor y a mi modo de ver todavía más interesante, al quedar todo en un registro de extrema esencialidad y sin dejarnos llevar por los vericuetos de la palabra. De este modo, la gran cantidad de texto que sonó por los altavoces quedó, para los ajenos al Euskera, como un componente sonoro más. El segundo elemento de distanciación fueron las marionetas, insertas magníficamente en el discurso dramatúrgico de la obra, al actuar como otros bailarines, confundiendo a veces incluso al espectador, como el momento genial en el que un actor entra con los otros cuatro cuerpos cargados encima y los va depositando uno a uno en el suelo, descubriendo poco a poco que algunos de los cuerpos son marionetas.

El otro gran momento es cuando se ponen hilos a los muñecos, hilos que también están amarrados a los bailarines vivos, de modo que al moverse éstos, se mueven a la par las marionetas. Una imagen de desdoblamiento impresionante que aumentó sus efectos al estar recortados sobre el fondo de un ciclorama, de modo que los cuerpos de unos y otros aparecen como sombras interconectadas, evidenciando esta idea de que todos somos marionetas movidos por unos hilos que no cuelgan de arriba sino de todo lo que está a nuestro alrededor, en una interconexión dramática entre las personas.

Hubo momentos destacados para cada uno de los bailarines, algo que alargó la obra pero también le dio una carga de profundidad corporal, al desplegarse las potencialidades físicas de los seis intérpretes, indispensable para crear las individualidades de los cinco personajes.

Con esta obra inaugural, el Titirijai puso sobre la mesa uno de los temas esenciales de la marioneta de hoy y de siempre: el tema de la alteridad, la forma en cómo nos relacionamos con los otros pero especialmente con nosotros mismos, que las marionetas tan bien saben representar. Una forma magistral de enmarcar los contenidos del Festival, situando el arte de las marionetas en el corazón mismo del pensamiento contemporáneo.

‘Los Mundos de Dondo’, de Julia Sgliano, de Buenos Aires, Argentina.

Por la tarde del primer día inaugural, pudimos ver en una hora tardía y en la preciosa plaza Cristales situada en el casco viejo de Tolosa, la obra de la argentina Julia Sgliano ‘Los Mundos de Dondo’. Y hay que decir que el montaje venció las condiciones siempre duras y adversas de la calle -frío, aglomeración de público, vaivén de los chiquillos…- con una nota muy alta, demostrando Sgliano su gran dominio del oficio actoral y titiritero.

Titirijai 2016

En efecto, la obra presentada es de las que requieren no sólo saber manejarse bien con los muñecos, sino también poder defenderse como actriz, tratándose además de un ejercicio solista. Se nota aquí la larga experiencia de la actriz titiritera con maestros de la talla de Neville Tranter, Ana Alvarado o Philippe Genty, con quienes ha trabajado y aprendido.

La obra se centra en los avatares que rodean el nacimiento de un niño, Dondo, al que vemos crecer en su refugio uterino y, tras su nacimiento, en los habitáculos propios de cualquier bebé, con su mamá y un hermano incluido. Este proceso de gestación-transformación permite a Svigliano desplegar todas sus capacidades, con profusión de técnicas y recursos, que van desde los títeres de mesa, el títere de boca con varilla, el retablo cambiante que se transforma según las necesidades, el teatro puro y duro, la máscara, o los dibujos en vivo.

Además del atractivo tono surrealista con el que se presentan los distintos momentos de la vida del bebé, quizás donde destaque más la labor de la titiritera-actriz sea en la técnica de ‘títere de boca con varilla’, en la que sus capacidades se despliegan con una gran seguridad, sobrada de recursos.

Si sumamos a todo ello el excelente dominio de la voz -algo propio de la escuela argentina, siempre ducha en saberse manejar a través del lenguaje-, un control de la palabra rica en expresiones, giros populares, gags y frases chistosas, y una presencia corporal capaz de sustentar con aplomo el trabajo con los títeres a vista, se entenderá que los presentes pudimos gozar de una buena hora de teatro de calle y de un excelente titeritismo de los de buena escuela.

‘Max Txikia’, de la compañía Arena en los Bolsillos, de Granada.

He aquí un espectáculo dirigido a los más chicos (niños de 1 a 4 años, según reza el programa) que encandiló no sólo a los pequeños sino también y sobre todo a los adultos que acudimos en la pequeña sala de ensayos que se halla junto al teatro principal del TOPIC.

Titirijai 2016

Interpretada por la sevillana Ana María Montero, escrita por Elisa Vargas y Jokin Oreg, con técnica, escenografía e iluminación de Iker Pérez y dirigida por Jokin Oregi, ‘Max Txikia’ resultó ser un verdadero bombón y una sorpresa para los espectadores. A través de unos elementos sencillísimos -en apariencia, por supuesto, pues aquí se cumple aquel principio de que para llegar a lo simple, el camino oculto que se recorre siempre es largo, trabajoso y harto complejo-, y con un registro actoral también de mínimos pero sustentados en la ‘verdad’ del personaje y del trabajo de la actriz, Arena en los Bolsillos ha creado una obra que plantea cosas esenciales: cómo la afirmación poética de la diferencia (el personaje de Max, deforme con un pie de aleta mucho más largo que el otro) permite el desdoblamiento de uno mismo capaz de abrir nuevos mundos interiores en los que habitar y gozar de la vida desde la libertad y el goce de la creación.

Pequeña MAX – TRAILER 5 min from Arena en los Bolsillos on Vimeo.

Dicho en otras palabras, la diferencia (con la soledad que la acompaña) abre las puertas a la marioneta, práctica esencial para abrir los mundos interiores, la poesía y la creatividad. Y eso se consigue con una puesta en escena que se ciñe a trabajar con los elementos propios de la escenografía, muy simple pero llena de sorpresas, de rincones ocultos, cajas mágicas, que la actriz va desplegando. Su encarnación del personaje de Max es perfecta, sin asomo de sentimentalismo ni de ñoñería alguna, algo indispensable para que los montajes de este tipo no ahuyenten a los mayores. Un trabajo difícil, enmarcado en un espacio reducido y sujeto a una coreografía estricta en la que no sobra nada, pues cada movimiento, cada gesto, se justifican por la secuencia de manipulación que le corresponde. Se crea así una tensión interior de la intérprete que se siente obligada a vivir lo que hace, sin pérdidas de tiempo ni de energías, todas ellas concentradas en la acción.

El resultado es un ejercicio de marionetas y trabajo actoral de primer orden, que con la excusa de seducir a los niños más pequeños, acaba seduciendo a los demás espectadores, jóvenes y viejos, para goce de todos.

‘Solos’, de Ymedioteatro, de Jaén.

También de Andalucía nos llega esta obra de excelente factura que curiosamente debemos inscribir en la misma temática que parece inspirar a las actuales creaciones para marionetas: la práctica de los títeres como un ejercicio manifiesto de desdoblamiento en el que los objetos cobran súbita vida a modo de dobles del personaje-titiritero, lo que permite a éste vivir los mundos interiores que se le abren.

En efecto, la obra creada por el colectivo de Ymedioteatro (compuesto de Santos Sánchez, Meri Fernández y Álex Ramos, que son también los tres intérpretes de la obra) plantea el último día de vida de un anciano que vive solo y que abre sus mundos interiores gracias a la transformación de los objetos que lo envuelven en personajes y seres significantes de su vida. Para lograrlo, el personaje aparece rodeado de dos ‘sombras’, especie de ‘espíritus ocultos’ vestidos de negro o quizás unos duendes -o modernos ángeles de la guarda o de la muerte- que ayudan al viejo en sus laboriosas fantasías con los objetos. Son, por supuesto, los dos manipuladores que ejercen de servidores ‘invisibles’ del personaje.

Titirijai 2016

El espectáculo se estructura así a partir de las secuencias de manipulación que van surgiendo de los objetos transformados: una bolsa de plástico en un logradísimo clown bailarín, un trozo de tela en un muñeco, un móvil en la cara de un cantante… Lo bueno es cómo la vida brota de los objetos para sorpresa del anciano, que aun siendo uno de los manipuladores, no por ello deja de maravillarse de la aparición, poseído por la verdad que otorga a los personajes emergentes.

Un trabajo de una gran precisión, bien coreografiado en sus mínimos detalles, con momentos de puro cabaret titiritero.

Por la temática, me recordó otro montaje reciente, La dernière danse de Brigitte de la compañía catalana Zero en Conducta (ver aquí), que desde la danza y con la significativa diferencia de que el personaje principal está representado por un muñeco, trata también los últimos minutos de vida de la protagonista, la anciana bailarina Brigitte, rodeada de dos sombras que son sus dos manipuladores -y bailarines en este caso-, encargados de dar vida no sólo a la dama en sus últimos minutos sino también a los recuerdos del personaje -obra que obtuvo, por cierto, una residencia en el TOPIC de Tolosa.

Unas confluencias temáticas que nos indican el renovado interés de los actuales creadores escénicos por las capacidades del teatro de marionetas de dar vida a la idea del desdoblamiento y abrir así los mundos interiores a través del uso, el juego y la animación de los objetos.

‘El Clown y su familia’, de Atelier 313, de Bulgaria

En el escenario del TOPIC, pudimos ver el domingo por la tarde a la compañía búlgara Atelier 313 con el espectáculo ‘El Clown y su familia’, un fresco divertimento para todos los públicos de un par de cómicos titiriteros que a través de un típico organillo convertido en carromato circense, deleitaron al respetable con su función de títeres y clown.

Titirijai 2016

Rositsa Spasova i Georgi Spasov, los dos titiriteros de Atelier 313, presentaron una obra sencilla pero impregnada de un muy sincero espíritu circense de calle. La figura del actor cómico y charlatán que embauca a los espectadores con números imposibles y descomunales, realizados en este caso por los títeres de la compañía, a los que él trata como si fueran sus hijos, centró el espectáculo.

Tono simpático el usado por los búlgaros, que supo tratar a los niños y a los muñecos con un humor fresco e ingenuo, y por ello capaz de conquistar el corazón del público. Los niños siguieron las peripecias del pequeño circo de animales títeres con su entrega acostumbrada, y los dos cómicos del Atelier 313 cosecharon una salva de sinceros y agradecidos aplausos.


‘Los cuentos de otros’, de Trapusteros Teatro, de Brasil.

Tocaría hablar ahora del espectáculo de Trapusteros Teatro, que se ha presentado este mismo domingo en el Tinglado de Tolosa. Obra que fue recientemente reseñada en Titeresante, tras su paso por Barcelona, por lo que nos remitimos al artículo ya publicado sobre la misma – ver aquí.

Titirijai 2016