Como no podía ser de otro modo, los espectáculos se van sucediendo en el Festival de Istanbul y procede ahora tomar nota de los que más han llamado la atención de este cronista. Para empezar, el espectáculo Talita Kum, de la compañía italiana Riserva Canini, y un jocoso Macbeth in the Kitchen, de la compañía turca Kadro Pa. Ambos muy diferentes pero sumamente interesantes.

Talita Kum

Conocía ya este espectáculo de la joven compañía italiana Riserva Canini, cuando se presentó en el Festival de Pinerolo hace unos  años, aunque entonces no estaba completamente terminado. Se trata de un trabajo de Valeria Sacco y Marco Ferro que ya en su momento me entusiasmó, pero que ahora ha alcanzado su grado máximo de seducción, tras hilvanar un comienzo que cohesiona todo el espectáculo.

Talita Kum

Imagínese el lector una sombra de cuyo interior surge otra sombra que  su vez escapa de la pantalla donde estaba proyectada y se corporiza en una figura negra de tres dimensiones. Un inicio ya de entrada contundente y que nos sitúa en unos dominios de profundas significaciones simbólicas. La sombra, que ha pasado de las dos a las tres dimensiones, parece muy inquieta, buscando algo que se acaba concretando en una maleta y que sale también del mundo interior de las sombras. Las maletas han sido siempre baúles de recuerdos, los que se llevan y se arrastran en la vida, de situación en situación, y de los que no queremos desprendernos.  Esta sombra oscura y anónima parecer tener claro que su búsqueda debe centrarse en la maleta. Cuando por fin la abre, surgen de ella unos objetos: un abanico, una guirnalda de flores, y, entre otras cosas, una radio mal sintonizada. De ella emerge una música de piano de las que animan a bailar.

Talita KumY ahí empieza la segunda parte antológica -y ontológica- de este espectáculo, cuando la sombra surgida de las profundidades de un ser humano decide darse una identidad. Surge así un rostro y un cuerpo aún sin vida pegada a la sombra. Y con el acompañamiento roto de la música, se produce la milagrosa metamorfosis: el rostro surgido de la nada va adquiriendo consistencia y verticalidad, hasta que acaba imponiéndose el  deseo de identidad al anonimato oscuro de la sombra. Una larga secuencia de virtuosismo desdoblatorio, que se realiza con la intensidad de un parto ante los ojos atónitos de los espectadores, atrapados por este viaje arquetípico que cada uno luego interpreta a su manera.

Creo que Riserva Canini ha conseguido sintetizar en su espectáculo la esencia del arte de las marionetas y del teatro de sombras, cuyo subtítulo bien podría ser “El Doble y la Sombra, o la alquimia de las transformaciones de uno mismo”. Pues no son acaso estos los temas propios de nuestro arte? Jugar con el doble proyectado que somos y no somos, y con la sombra oculta que confunde y ofusca, nos posee y condiciona, pero que también nos nutre y nos da vida.

Y como no podía ser de otro modo, los aplausos del público fueron unánimes y entusiastas.

Macbeth in the Kitchen

Fue una agradable sorpresa encontrarnos con este espectáculo fresco, divertido, agudo y muy bien interpretado por la única actriz de la compañía Kadro Pa (su nombre no aparece en el programa), que nos deleitó con un Macbeth entero mientras nos iba cocinando una apetitosa tortilla de cebolla, tomate, pimientos verdes, perejil y huevos.

Kadro Pa

Lo que vimos fue un teatro de objetos muy bien resuelto en el que éstos están básicamente al servicio de las dotes interpretativas de la actriz. Es decir, los objetos -utensilios de cocina más los ingredientes de la tortilla- aparecen personificados pero para apoyar la labor del trabajo actoral, que los usa a modo de apéndices para dar visibilidad a los personajes, a los espacios y a las situaciones.

Lo mejor del espectáculo fue la brillante interpretación de la actriz, que impuso durante la hora que duró su Macbeth este tono que tienen muchas veces las mujeres jóvenes y resueltas en Turquía, hartas del viejo machismo de los viejos -y actuales- tiempos, un tono que es a la vez de ironía, de profundo desdén y de una aguda inteligencia. Obra que también podríamos llamar de cabaret, con constantes cambios de registro, alusiones directas al público y un diálogo muy divertido con su técnica, con la que van aparentemente improvisando algunas de las iluminaciones. Un Macbeth dicho en inglés de vez en cuando salpicado de turco, lo que le daba un plus de desacomplejada espontaneidad. En definitiva, un trabajo muy agradable de ver, en un sala pequeña y alternativa de una Estambul que rezuma teatro y cultura por todos sus poros.