tot festivalDiego Murciano, director artístico del TOT Festival, se mostró satisfecho después del primer día de espectáculos por la cantidad de gente que había acudido al Poble Espanyol, en Barcelona. «Hay más de la que esperábamos», dijo. Cierto que, en los de pago, ni la sala de teatro ni la carpa no llegaron a llenarse del todo, pero poco faltaba. «Yo personalmente estaba muy preocupado porque viniera gente», continuaba Murciano, «pero hemos tenido la suerte de tener espacio en los medios de comunicación y el público ha respondido, aunque todavía falta ver cómo irá mañana». Como apunte, añadía: «Lo que sí tenemos que mejorar de cara al año que viene, tomo nota, es la presencia en las calles. El festival tendría que sentirse más en las calles, tendría que haber más ambiente. Habrá reformular la programación Off «. Y no le faltaba razón: el ambiente de festival en las calles es más bien tibio.

Es posible que las razones por las que el Poble Espanyol no se llena de visitantes durante el TOT, ni este año ni en ediciones anteriores, sean muy variada, y por lo tanto no creo que pueda considerarse que el Festival de Teatro de Objetos y de Títeres tenga poca fuerza. Más bien al contrario: las familias que ayer se acercaron a Montjuïc a ver los espectáculos (este año sólo hay infantiles) lo hicieron atraídas por la calidad y la singularidad del programa. Unas virtudes sobre las que se basa la esperanza de que la convocatoria acabe siendo la gran referencia del sector en Cataluña.

pea green boat

'El rey y el mar', de la compañía Pea Green Boat.

Perdido, desde hace años, el Festival de Titelles del Institut del Teatre, sustituido por un NEO (Noves Escenes Obertes) incierto, dedicado mucho más a la performance y el teatro visual que el teatro de figuras, el TOT parece ser el espacio propio reclamado por titiriteros y «figureros». Un espacio no sólo de exhibición local, que esperamos vuelva a ser internacional pronto, sino de punto de encuentro del sector, de lugar de reflexión y de análisis de la actualidad cultural, artística, escénica.

Los momentos son los que son y, con los cambios en la dirección del Poble Espanyol, el dramático recorte del presupuesto y el relevo precipitado en la dirección artística, el objetivo de mantener viva la convocatoria es la primera necesidad de supervivencia, tal como explicaba diego Murciano en la rueda de prensa de presentación (ver aquí). En este sentido, es una noticia positiva que el fin de semana comenzara con una respuesta razonablemente buena por parte del público. En cuanto a los espacios de reflexión, que este año también han tenido que reducirse, la colaboración entre el TOT Festival y la revista Titeresante permitió, el viernes, seguir en el camino hacia el objetivo de convertirse en punto de encuentro y de debate de la profesión.

Mal organizado pero necesario

El aniversario de la revista sirvió de excusa para hablar de los retos de la profesión: los de comunicación, primeramente, teniendo un medio propio que casi día a día y semana a semana va acumulando contenidos de diversa índole relacionados con el teatro de títeres y de objetos. Una de las sugerencias que se hicieron fue aprovechar el terreno que se ha ganado el triple portal Putxinel·li-Titeresante-Puppetring en todo el mundo para exportar el altísimo nivel de oficio y de creatividad que hay actualmente en Cataluña. Porque es cierto que Cataluña vive hoy un muy buen momento en cuanto a cantidad de compañías y calidad de los montajes, y vale la pena hacerse eco de ello internacionalmente.

Pero no todos los retos son económicos y culturales, también los hay políticos (formar un corpus de referencias que de solidez al colectivo) y estéticos (abrirse a todo lo que tenga que ver con el teatro de títeres sin serlo exactamente). En este sentido, Toni Rumbau insistió mucho en una amplicación de la mirada sobre los títeres: «Deberíamos ser capaces», decía, «de incluir todo lo que llamamos ‘teatro visual, de objetos y de la imagen» , que hoy día está en auge en todas las artes escénicas. Cataluña constituye una región muy rica en manifestaciones artísticas dentro de esta línea, con una enorme repercusión internacional de un buen número de compañías». La mezcla, el conocimiento de otros campos de la creación artística y el intercambio serán, sin duda, los valores más fuertes con los que se podrá reivindicar la profesión en el futuro. Y a pesar de las críticas que se puedan hacer a la programación de este año del TOT (que, ya lo hemos dicho, es de supervivencia y de altísima dignidad), los espectáculos programados contienen esta interdisciplinariedad y esta voluntad de innovar un lenguaje que (también lo hemos publicado en más de una ocasión) tiene un gran potencial de futuro.

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'El fantástico Mago de Oz', de Sebastià Vergés. Foto de Jesús M. Atienza.

Como colector de estas pulsiones y del músculo creativo del arte de los títeres, tanto Titeresante como el TOT Festival tienen (tenemos) un gran camino por delante, aunque lleno de obstáculos. El principal es la financiación, también lo hemos dicho (ver aquí), pero también las sinergias que podamos crear.

En este sentido, uno de los proyectos estrella que hemos empezado a desarrollar durante el primer año de vida de la revista, la serie documental La revolta dels titelles, merecía una presentación mejor. Pensada y realizada, como destacó el periodista Fernando Baile, para «ser una serie de divulgación de los distintos aspectos de la historia de los títeres en Cataluña con formato televisivo, un documental que permita la exportación de la historia local en foros internacionales y finalmente un archivo audiovisual de documentación histórica», cumple uno de los objetivos fundacionales de la revista, que es visualizar y dar a conocer la importancia del arte de los títeres. Pero un gran número de imponderables (vergonzosos, se nos llegó a decir) aguaron lo que tendría que haber sido un acto festivo. Sin embargo, los asistentes supieron apreciar el esfuerzo y mostraron su apoyo a la tarea. Por nuestra parte, se lo agradecemos sinceramente.