En México, los populares alebrijes constituyen una artesanía singular que, lejos de caer en el inmovilismo de lo tradicional, evoluciona constantemente sin perder su esencia. Son seres fantásticos tomados de la naturaleza, mezcla de animales y vegetales de colores chillones, ácidos, se ha llegado a decir que son representaciones psicotrópicas del mundo natural, tallados en madera u ocasionalmente de papel maché, de distintos tamaños, con partes desmontables. Son, en definitiva, una proyección del artista artesano reflejado en la flora y la fauna que lo rodea.

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Alebrije. Museo de Arte Popular de México.

Walther Boelsterly, director del Museo de Arte Popular de México (MAP), nos contó algo de su orígen (ver entrevista completa aquí). Los alebrijes como tales no son tan antiguos, aunque la versión de su origen en Arrazola, estado de Oaxaca, a partir de 1927, esté vinculada con el espíritu ancestral de los habitantes de la región. Tampoco son tan recientes como indica la teoría del cartonero Pedro Linares, quien, al parecer, los popularizó en 1936. Según Boelsterly, los alebrijes tienen su antecedente directo en los animales fabulosos que existían en la cultura europea: “los druidas, las gárgolas del periodo gótico y representaciones del mal de los capiteles…”. Sostiene que esas figuras de animales pudieron arraigairse en el imaginario mexicano gracias a que la representación de figuras de animales irreales no podía hacerse sin connotaciones morales, como personajes fáciles.

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Alebrije del MAP.

“Está la teoría de Arrazola, Oaxaca, que se basa en la presencia en aquella zona del árbol del copal, que tiene una madera que se retuerce y, por lo tanto, propone formas fantásticas. Y hay otra”, siguió Boelsterly, “que esa sí es completamente falsa, que es la de Pedro Linares de aquí de La Merced, en el DF. Don Pedro era el cartonero de un pintor muy famoso que se llamaba José Antonio Gómez Rosas, apodado “El Hotentote”. Éste era ambidiestro para dibujar y fue el encargado de hacer la decoración de un baile de máscaras que se hacía en la academia de San Carlos cuando estaba junto a la Escuela de Arquitectura y la Escuela de Bellas Artes. Él hacía una especie de murales con papel Kraft, y decorando una de esas piezas empezó a copiar los personajes que hacía Hieronymus Bosch. Como Pedro Linares era su cartonista le dijo ‘voy a hacer un alebrije’, a lo que éste respondió ‘¿y qué es eso?’ Entonces el Hotentote le respondió: ‘No seas pendejo, agárrate un Judas, ponle alas de murciélago, cuernos de toro, cola de diablo y eso es un alebrije’. Como murió al poco tiempo, don Pedro Linares inventó esta leyenda del Hotentote borracho muriéndose al que se le aparecieron los personajes de los que generó los alebrijes. Y fumos tan tontos que mucha gente se lo creyó y registraron ellos, la familia Linares, la palabra ‘alebrije’ como un derecho de autor.”

(La teoría sobre el origen de los alebrijes en Pedro Linares, con variaciones, es una de las más difundidas por internet.)

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Figura del desfile de alebrijes monumentales que organiza el el MAP por el el centro de Ciudad de México.

 

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